Día 21 - En el camino

No, no somos Mario Markic. Tampoco el cuasi baldosero Diego. Pero la jornada número 21 de este viaje mundialista nos tenía preparado un parate necesario en un pueblito digno del programa de TN miente. Con ustedes: Três Cachoeiras.

Desde la mañana del martes 1º de julio, cuando salimos de Porto Alegre con rumbo al norte, sabíamos que el partido de Argentina y Suiza, pautado para las 13, podía agarrarnos en medio de la ruta, que fue lo que terminó pasando.

Cuando faltaban 20 minutos para el arranque del match, ni siquiera habíamos salido del estado de Rio Grande do Sul, por eso decidimos pegar el volantazo y meternos en el primer pueblito que tuviera un bar, una estación de servicio o cualquier cosa con un TV encendido. El azar o simplemente los kilómetros recorridos quisieron que ese lugar fuera Três Cachoeiras, un lugar que conocimos poco, pero que nunca olvidaremos.

La wikipedia de Niembro nos dice que Três Cachoeiras tiene un poco más de 10 mil habitantes y es conocida en Brasil (al menos en los alrededores, tampoco se crean que es tan famosa) por su slogan: Terra dos caminhoneiros (?). Sí, señor, la tierra de los camioneros, algo así como Independiente desde la huída de #FuerzaCantero.

De los mil camiones que, según dicen, estacionan todos los días en el pueblo, apenas si habremos visto 4 ó 5, pero tampoco es que nos detuvimos mucho en ese dato de color. A la 1 menos cuarto, lo único que nos interesaba era encontrar un boliche que nos diera de comer y que pasara el trámite (?) del equipo de Sabella en los Octavos de Final.

Finalmente, después de recorrer algunas cuadras, estacionamos el móvil, hicimos la foto de rigor y nos metimos a XT Lanches, un local bastante prolijo y sin aspecto de ser futbolero, pero inaugurado oficialmente por hinchas del Inter. Tranqui.

Una vez adentro, pedimos algo (muy abundantes los platos, como es costumbre en este país) y nos atragantamos con el correr de los minutos, viendo como una potencia como Suiza ponía en duda las condiciones de la todavía inexperta Argentina. ¡La puta madre! Claro que sufrimos, a pesar de que no vinimos al Mundial a ver a la Selección. Y los brasileros presentes, por supuesto, miraban con algo de satisfacción. La misma que habíamos sentido nosotros unos dias antes, mientras Brasil cortaba clavos con Chile.

Cuando se venían los penales y Messi la abrió hacia la derecha, nosotros miramos para otro lado con resignación, casi como en una coreografía. En ese momento, aunque más desordenados, volvimos a mirar la pantalla justo en el momento en el que Di María la mandaba a guardar. ¡Gol! Se gritó, lo gritamos. Se rieron los brasucas que estaban viendo el partido con nosotros.

Más relajados y con los huevos todavía en la garganta (los que comimos y los del palo del final), nos volvimos a subir a la camioneta para continuar nuestro viaje hacia Florianópolis, donde nos estaban esperando.

Ya con el cielo oscuro, una obra en la ruta formó un cuello de botella y estuvimos parados durante más de una hora. Cansados, un poco fastidiosos, sin una puta radio que pasara Bélgica - Estados Unidos. Pasándola mal de a ratos, pero avanzando. Como Argentina. En el camino.