Día 26 - El clásico

El día veintiséis de nuestra odisea no prometía mucho mas que ruta y descanso en Santos. Pasa que Santos.
Desde que marcamos esta escala, en mi cabeza solo había dos palabras rebotando entre tanto espacio al pedo: Copa Libertadores. 

Salimos bien temprano de Curitiba porque además de Vila Belmiro nos esperaban playas y un hotel con piscina climatizada, o lo que en internet se le llama "sedes de mierda". El viaje fue tranquilo a pesar de la cantidad enorme de camiones circulando por la BR-116, paramos a desayunar y gasolinear (?) en el Posto Represa y entramos en charla con unos brasileros. Se estaba por largar la carrera de Fórmula 1 y para no ser menos que nadie nos hicimos hinchas de Felipe Massa, como los 25 camioneros que estaban ahí. Antes de cumplirse la primera vuelta, Kimi Raikkonen rebotó a lo Andrea de Cesaris y se llevó puesto al pobre Felipinho que ya había tenido problemas en la largada. Antes que nos empezaran a tratar de pé frío nos fuimos cantando "Massa decime que se sienteeeee, teneeeer en casa a Reutemáaaaannnn...".

El ser y la nada.

El paisaje disfrutable de las sierras nos acompaña hasta que cambiamos a la Ruta 55, a poco mas de 100 km de nuestro destino. La ruta en el comienzo tiene curvas muy cerradas y bajadas muy pronunciadas, advertidas indirectamente por un cartel que dice "Mas vale que maneje posta porque acá hay bocha de accidentes", o algo parecido en portugués.

Justo cuando terminamos el sector complicado de la rodovía y encaramos un llano eterno flanqueado por plantaciones de bananas, vemos el tránsito cortado en la entrada a Pedro de Toledo y un ómnibus escolar medio chanfleado pero por lo menos dentro de la ruta. Avanzamos lentamente y vimos que adelante del ómnibus había una rueda sin auto, esperamos un rato a pedido de la Policía de Tránsito y cuando nos dejaron pasar, vimos que detrás de los morbosos de siempre estaba el auto que acompañaba la rueda que estaba del otro lado de la ruta. La suerte de EUB fue testigo tardío de un accidente jodido, por tercera vez en el mundial.

El chofer se habría asustado de la cara del ángel (?) de la bicicleta

El Hotel Praiano está ubicado en el barrio José Menino, a una cuadra de la playa homónima a la que fuimos a estirar las piernas. Como buena playa brasilera estaba llena de "barracas" que te ofrecen comida (léase fritos) y bebidas, en homenaje al león de El Mago de Oz elegimos la barraca de "Almeida" y mientras mirábamos el cardapio se arrima el empleado (supongo) que lucía el sombrero con el escudo del Santos FC  y nos pregunta si éramos argentinos. Anticipé el "torcemos por una final Brasil - Argentina" con un "uruguayo" que le dibujó una sonrisa en la cara y retrucó "¿Uruguay? Peñarol Inteligencia". Cuando le dije que si, me dio la mano y un abrazo como si fuéramos amigos de toda la vida, "antes de irte nos tenemos que sacar una foto" me dijo; "cómo me voy a ir si no me dejás ni elegir la comida" pensé, sospechando por donde venía la mano.

 ¿A quién se le ocurre poner una isla en el medio de la playa? (?)

Elegimos la fritanga y nos sentamos en unas sillas a tomar sol cerveza y a contemplar el paisaje santista que a pesar de la niebla nos permitía ver la entrada de los cargueros al Porto de Santos (el de mayor actividad en Latinoamérica). De fondo se escuchaba a nuestro anfitrión que le comentaba emocionados a sus compañeros que había un hincha de Peñarol.

Colores y escudo que son sinónimos de vía férrea Copa Libertadores

Luego de liquidar los camarones fritos y la cerveza, voy hasta la barraca a pagar y a cumplir con mi palabra, pero antes le pregunto por qué quiere sacarse una foto conmigo; hizo una pausa y me respondió con orgullo: "Santos - Peñarol es EL CLÁSICO".